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  • Foto del escritorFernando Santacruz

Los Caminantes

Esta semana tuvimos la fortuna de visitar el Sótano del Teatro Julio Castillo para descubrir de que va "Los Caminantes" y queremos compartir nuestra impresión con ustedes...


En una sierra perdida, en un mundo devastado por la violencia, donde los caminos están llenos de delincuentes y donde México colapsa, dos indígenas salen a cazar un venado. Uno de ellos, Román, es mordido por un alacrán y entra en un delirio; cree que viene otra nueva “conquista” y se dispone a preparar las armas para el combate.


Dramaturgia: Verónica Musalem. Dirección: Verónica Musalem. Elenco: Karen Daneida, Luis Ernesto Verdín, Javier Sánchez, Alberto Santiago y David Sicars

Nuestra reseña...


Los caminantes


I

Bien sabido es que Pedro Páramo de Juan Rulfo es una obra maestra de la literatura universal. Sin embargo, a pesar de su universalidad, de su capacidad mítica, hay una serie de elementos en ella que le hablan exclusivamente a la parte más íntima de la identidad mexicana. Una que los mexicanos hemos construido gracias a una narrativa melodramática de tintes épicos y trágicos. Estoy seguro que cuando los vemos en el cine, en el arte plástico y, por supuesto, en la literatura, estos elementos nos dicen cosas de inmediato. Acaso sea un reflejo inconsciente, tal vez no nos percatemos del todo, pero cómo si se tratase de un llamado impresionista, nos susurran cosas al oído, nos recuerdan el destino del cual no podemos liberarnos y la herida sangrante de nuestro origen. Me pregunto si un lector nórdico, por ejemplo, podría detectar estos gritos y susurros en la obra de Rulfo, esas voces de ultratumba que nos llaman para decirnos quiénes somos. Sospecho que es imposible. Tal vez Pedro Páramo les diga otras cosas; cosas bellas sin duda, algunas quizá hasta incomprensibles para nosotros, pero ese mensaje cifrado que está ahí agazapado en las sombras, casi como la imagen del indio tapado hasta los ojos con un zarape, recargado en un cactus y con el resto de la cabeza cubierta por un sombrero, es exclusivo para nuestra muy particular forma de ser y estar en este mundo.


II

Hace unos días fui al Centro Cultural del Bosque a ver la obra Los Caminantes, escrita y dirigida por Verónica Musalem, en el escenario del teatro Julio Castillo. El lugar es en realidad es un sótano lúgubre, una bodega en la que se encuentran objetos propios de un teatro: cajas, cuerdas, latas de pintura, estructuras metálicas para escenarios, etc. La acción física de llegar al escenario donde se va a representar la obra es, en sí misma, simbólica. Uno tiene que descender, a un sitio oscuro, misterioso, casi sórdido, para ver Los caminantes. La predisposición no sólo es física, sino emocional: también hay que ir a un lugar profundo dentro de sí mismo para apreciar los susurros, el llamado casi salvaje, de esta obra. Tienes que prestar atención para escuchar las voces de una puesta en escena que, como Pedro Páramo, de Rulfo; o El ramo azul de Octavio Paz, nos habla de un México que no es de la gran ciudad, sino el de las provincias lejanas, es de las sierras profundas, es de los pueblos perdidos que siguen existiendo ahí donde a dios se le olvidó pasar.


¿Sobre qué trata Los caminantes? Es difícil decirlo. Tal vez sobre la conquista, como un mito de origen que nos contamos siempre para saber quiénes somos y hacia dónde vamos; tal vez, sea en realidad un cuento post apocalíptico, casi un neo western, sobre un México desolado cuyos caminos son poblados por bandidos existencialistas que casi me recuerdan a los replicantes de Blade Runner quienes van perdidos por el mundo preguntándose por ellos mismos. Tal vez sea un óleo impresionista sobre el tedio etílico de los pueblos chicos y los infiernos grandes, tal vez sobra una sórdida violencia que nos consume desde hace años y en la que las personas que viven en esas sierras son las víctimas más invisibilizadas; pero también trata sobre la magia que un citadino jamás podrá comprender del todo, sobre la religiosidad popular que hace que la gente crea lo mismo en el sagrado corazón de Jesús pero también la Santa Muerte y en nahuales, sobre mujeres rotas por el dolor, sobre su transformación en brujas como único camino a estar por encima del lugar que un mundo opresivo y machista les quiere asignar cotidianamente. Al final Los caminantes también habla sobre el amor, uno raro, uno trasfigurado, uno marcado por el insoportable paso del tiempo que nos vence a todos. Difícil saber de qué trata Los caminantes cuando hay en ella tantos susurros que nos llaman únicamente a nosotros, seamos los que seamos.


III

Salir del Centro Cultural del Bosque en la plena noche de la gran Ciudad de México puede ser una experiencia única. Siempre procuro caminar hacia un costado del Auditorio Nacional para desembocar al Paseo de la Reforma, que de noche siempre se ve más espectacular, aunque los rostros de todos los que deambulan por la avenida siempre estén cansados, únicamente paladeando los sinsabores del día siguiente. Creo que sigue siendo a pesar de todo la avenida más bonita de la Ciudad.


Mientras abordo el taxi que me espera sobre Reforma sigo pensando en Los caminantes. Me impresionó más de lo que pensaba, aunque su trama tenga algo de confusa y le sobren unos 15 minutos al final. Eso no importa: es siempre más significativo recordar lo que una obra puede hacernos sentir antes que los detalles de la trama, y esta tiene el potencial de hacernos sentir cosas muy profundas, algunas oscuras, sobre nosotros mismos. En el automóvil, mientras dejamos atrás las luces de la avenida, me pongo a pensar en la interpretación de Veinte años que acompaña el clímax la historia. Qué amor tan roto, tan feroz, tan destructivo.


El conductor dobla en la esquina de la avenida Juan Escutia al mismo tiempo que yo tomo mi cuaderno y casi por el puro placer de ver la letra escrita en algún sitio, apunto: “Si las cosas que uno quiere se pudieran alcanzar, tú me quisieras lo mismo que veinte años atrás. Con qué tristeza miramos un amor que se nos va, es un pedazo del alma que se arranca sin piedad…”


Los caminantes se presenta en el Sótano del Teatro Julio Castillo. los lunes y martes 20:00 horas. Del 14 de octubre al 10 de diciembre de 2019. (Suspende 11, 12 y 18 de noviembre) Duración aproximada: 90 minutos. Entrada general $150.













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